Lo que debes saber sobre la rosácea
Rosácea: 9 errores que arruinan tu piel
La rosácea es una enfermedad crónica de la piel. A continuación, descubrirás qué debes evitar y cómo aliviarla.
¡La rosácea es una enfermedad cutánea crónica independiente! 
Comprenderlo es fundamental, porque toda persona que se enfrenta a la rosácea debe entender que vive con ella de por vida. La piel es un órgano como el hígado, el corazón, etc., y también puede enfermar. La rosácea – del latín rosaceus, que significa “rosado” – es una inflamación en la piel que involucra los vasos sanguíneos. Tu piel puede presentar un simple enrojecimiento, o la rosácea puede parecer acné con papulas, pústulas y zonas rojas al rededor (lo explico con palabras sencillas).
 La causa principal y más importante es… ¡la genética! Todos heredamos ciertas “fallas” y predisposiciones a distintas enfermedades. Con la rosácea ocurre lo mismo. Estás predispuesta. La rosácea puede progresar. Al principio tu piel puede mostrar solo tendencia al enrojecimiento, pero con el tiempo puede evolucionar a la forma papulopustulosa. Como cualquier enfermedad crónica, la rosácea también tiene periodos de remisión y de brotes. El tratamiento consiste en llevarte a la remisión. La rosácea no puede “curarse” con una crema, una píldora mágica o incluso retinoides sistémicos. Solo podemos inducir la remisión. Luego tu trabajo es mantenerla. Y para ello debes saber qué no hacer si tienes rosácea.

1.No uses limpiadores agresivos, ni aguas micelares ni aceites hidrófilos. Ellos dañan la barrera de la piel y empeoran la inflamación vascular. En la rosácea, la barrera cutánea ya está comprometida, por lo que estos productos eliminan los lípidos esenciales, aumentan la pérdida de agua transepidérmica y dejan la piel reactiva, caliente y propensa a los brotes. Incluso el agua micelar “suave” contiene tensioactivos que permanecen en la piel si no se aclaran correctamente, causando irritación con el tiempo. Los aceites hidrofílicos también resultan problemáticos: emulsionan de forma demasiado agresiva, retienen calor y pueden desencadenar enrojecimiento y pústulas. Optar por limpiadores en gel que respeten la barrera cutánea ayuda a mantener la piel calmada y reduce notablemente la frecuencia de los brotes.


2.No descuides el cuidado doméstico. La piel necesita calma y restauración. No basta solo con limpiar y no aplicar nada. Debe haber un cuidado que reduzca la inflamación y reconstruya.

3.¿Todos dicen que la piel con rosácea necesita ácido azelaico y BBL? Nadie dice que no se debe realizar ese procedimiento en una piel dañada, inflamada, agotada sin restauración previa. El ácido azelaico solo rara vez es suficiente; en mi práctica siempre añado varios activos diferentes para una aproximación integral. Y el BBL no debe hacerse durante un brote de rosácea. Primero elimina la inflamación, calma la piel, y luego aborda el enrojecimiento residual con IPL o láser. Durante la fase de brote no hagas ningún procedimiento traumático — nada de peelings agresivos, RF, PicoSure o BBL.
4.Evita saunas y vapor seco a altas temperaturas — esto afecta gravemente los vasos sanguíneos. Si haces vapor, que sea a baja temperatura. Y en casa evita duchas muy calientes.

5.No descuides la protección solar. Los vasos sanguíneos odian radicalmente la radiación ultravioleta: ¡el sol es el enemigo! Pero no voy a gritar “ponte SPF”, porque no toda piel con rosácea tolera cualquier protector solar. Claro que debes encontrar tu crema adecuada, y no debes salir sin SPF si el índice UV es ≥ 2. Pero lo más importante es minimizar la exposición al sol. Es decir: cuando la radiación es intensa, añade protección mecánica.

6.Evita los exfoliantes físicos, cepillos faciales y gadgets de limpieza agresivos. La exfoliación física produce microdesgarros en la epidermis, altera la barrera cutánea y desencadena una inflamación neurogénica inmediata, algo a lo que la piel con rosácea reacciona mucho más intensamente que una piel sana. Estos dispositivos sobreestimulan los vasos sanguíneos superficiales, aumentando el enrojecimiento, el flushing y el riesgo de nuevos brotes. Incluso los exfoliantes “suaves” o los cepillos sónicos pueden empujar la inflamación hacia capas más profundas y empeorar la sensibilidad con el tiempo. En rosácea, preservar la barrera cutánea es lo más importante, y la exfoliación física hace exactamente lo contrario: adelgaza la barrera, irrita las terminaciones nerviosas y alimenta el enrojecimiento crónico. Por eso los dermatólogos recomiendan evitar por completo estos métodos y optar por geles limpiadores suaves que respeten la barrera.
7.Sobre la alimentación: si tu organismo y tu intestino están sanos, ni una copa de vino seco por semana, ni un buen tomate, ni otros alimentos “rojos” provocarán necesariamente reacciones. Pero claro, todo es individual. Si sientes una reacción, elimina ese alimento. Para la piel con rosácea recomiendo limitar (no excluir y sin miedo) tomates, vino tinto, comidas muy picantes o calientes.

8.El estrés es uno de los desencadenantes de la rosácea. Yo lo llamaría el más fuerte. Y el impacto más destructivo es el del estrés crónico, permanente. Cuando el trabajo ya no da placer, cuando la relación de pareja irrita, cuando eres demasiado emocional o irritable — aquello desencadenará la piel. Trabaja con psicólogo, medita, maneja la ansiedad, considera cambiar de trabajo y elimina los detonantes.

9.No experimentes con ungüentos de farmacia sin supervisión. Muchas personas prueban Rozex (gel de metronidazol) o Soolantra (crema de ivermectina), pero eso no es la solución completa. Rozex no es apto para todas y puede ser arriesgado. Soolantra es un agente antibacteriano que elimina la microflora. Los medicamentos OTC contienen activos agresivos y fórmulas muy limitadas y unilaterales.